24 de marzo: Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia
Para mis colegas
En vísperas de otro 24 de marzo
En esos tiempos, Topi…
En esos tiempos, la sociedad bullía. De distintas maneras y con variadísimas miradas existía
la conciencia en los grandes sectores populares de que un futuro mejor para los argentinos era posible y que había que esforzarse duro para construirlo.
En esos tiempos, había habido un Cordobazo, cuando los obreros, liderados por los
dirigentes Agustín Tosco, Elpidio Torees y Atilio López, lanzaron una huelga general y salieron a la calle acompañados por las más diversas disciplinas del trabajo y la cultura, docentes y estudiantes. Luchaban contra la eliminación del sábado inglés que había querido imponer en ese momento la dictadura de Juan Carlos Onganía. Y hubo un rosariazo también, y… también un villazo, cuando años después toda la comunidad de Villa Constitución salió a apoyar a los obreros de Acindar en sus luchas.
En esos tiempos, estaba muy presente la batalla del pueblo argelino por su independencia
del colonialismo francés, y la del pueblo vietnamita expulsando a la dominación yanqui, y la
revolución cubana y, por supuesto la inmensa figura del Che Guevara como ejemplo de entrega en la lucha por la liberación de los pueblos.
En esos tiempos, desde variadísimas expresiones culturales se afianzaba la idea de que una
vida mejor para los argentinos era posible.
En esos tiempos, la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario había
sido trasladada a la Siberia, barrio obrero, donde en un predio universitario funcionaban ya el
Instituto de Música y algunos laboratorios de Ingeniería. Allí en unos galpones de bloque y techo de canalones de fibrocemento los talleres verticales de la facultad bullían de filosofía, ideologías y diferentes concepciones políticas que ponían en cuestión al arquitecto y se discutía acerca de su rol como partícipe en la construcción de una sociedad más justa, más inclusiva, con calidad de vida para todos. Y desde el Urbanismo pensábamos la ciudad, la caminábamos, poníamos en cuestión su estructura, por qué se había consolidado así? con qué objetivos? A quienes beneficiaba esa trama urbana? Quienes quedaban afuera sin que la ciudad les facilitara la vida? Otro tanto ocurría con el espacio público, se lo pensaba inclusivo, invitando a la reunión, asociación e interacción entre vecinos, se lo pensaba como garante de la democracia. Donde si nó en el espacio público debía ejercerse y construir una mejor y más participativa democracia? Y la estructura de un nuevo sistema de salud, y sus edificios destinados fundamentalmente a la prevención y la atención primaria de una salud de calidad para todos. Y lo mismo con la educación y la estructura edilicia al servicio de una sociedad que cambia. Y….., por supuesto… La Vivienda! La vivienda en función social, de calidad y para todos. No sólo desde lo proyectual, espacial, morfológico, sino también desde lo constructivo , tecnológico, y recursos financieros para plasmarla con celeridad por considerar al vivienda la base de todo proyecto de desarrollo social sostenible.
En esos tiempos y a esa facultad de arquitectura llegó Topi desde Santa Fe, con toda su
fuerza, su empuje imparable, su entusiasmo por crecer, construirse, construir, enamorado yá de la naturaleza, el rio, la cultura y el cine y portando una sensibilidad social admirable. Y se enamoró de la facu y enseguida supo que la arquitectura era lo suyo. Y se zambulló en el estudio y la polémica con participación activa, y cuando se dio cuenta estaba militando. Se integró a la CURS, corriente universitaria por la revolución socialista, brazo estudiantil de Poder Obrero. En realidad, él, sin percibirlo, ya hacía años que, debido a su sensibilidad, militaba día a día las causas sociales. Y participó, participó, participó en cuanto proyecto le pareció interesante. Quería hacerlo todo, y todo ya, con un empuje imparable. Un año después había formado pareja con Silvia Somoza, estudiante de Psicología y también militante en la CURS. Se mudaron juntos a una piecita de 3×3 en la azotea de una vieja pensión. Allí cabía una camita simple, un roperito, su mesa de dibujo, una bibliotequita de ladrillos y tablas y un calentador sobre un banquito. En la puerta un cartelito decía “Hogar Dulce Hogar” y abajo chiquito, “un poco frescón”.
En esos tiempos, de la mano del poder real, de los dueños de todo, del gobierno, y a
instancias de la embajada de los Estados Unidos importaron la Doctrina de la Seguridad Nacional, la cual identificaba o creaba un enemigo interno al que combatir y eliminar en una guerra. Y surgen así los términos “subversivos” y “terroristas” para poder endurecer la represión y aniquilar a quienes pensaban que un futuro mejor y distinto a lo que nos imponían era posible.
Y… en esos tiempos, un 24 de marzo de 1976, las fuerzas armadas tomaron el poder,
apoyados por los poderosos y privilegiados de siempre, el capital concentrado y el clero. Y regaron con sangre el país, en la más criminal orgía de tortura y muertes, con el saldo atroz de nuestros treinta mil desaparecidos y otros tantos miles de encarcelados y exiliados.
Y… en esos tiempos, un día de enero de 1977 Topi y Silvia desaparecieron, los habían secuestrado, en la calle, en distintos lugares, como también secuestraron a otros compañeros de la CURS, en total siete. Fueron torturados durante dos días en el centro clandestino de
investigaciones de la policía provincial, en la esquina de San Lorenzo y Dorrego. Uno pudo escapar de allí saltando desde la ventana de un primer piso y en la madrugada del 23 de enero en un simulacro de persecución y enfrentamiento los otros seis fueron asesinados en la inmediaciones de Cafferata y Ayolas -hoy Savedra-.
Y… en esos tiempos, los sueños de Topi, estudiante apasionado y luchador, de aportar desde la arquitectura a la construcción de un futuro donde cupiéramos todos y nadie quedase afuera se apagaron para siempre. Tenía veinte años.
En memoria de Hector Luis Fluxá , Topi, de su pareja Silvia Lidia Somoza, los compañeros
caídos en Cafferata y Ayolas y nuestros 30.000 desaparecidos.
PRESENTES! Ahora y siempre!
Carlos Fluxá, su hermano.